Durante el fin de semana hubo 2 tweets que recibieron bastante atención y sobre los que hice algun que otro comentario, hoy me voy a explayar al respecto. De alguna manera, ambos se referían al fenómeno migratorio que está viviendo la Argentina.
Vamos al primero. Subyace una idea de que una emigración planificada profesional ("al mundo desarrollado") es una rareza y la regla es la inmigración marginal desde países como Paraguay.
Esta tipo de prejuicio está muy relacionado con lo que solemos remarcar respecto de la importancia de reajustar nuestras percepciones a la realidad contemporanea, en lugar de recurrir a lugares comunes que datan de 25 años de expirados.
La inmigración masiva de Bolivia y Paraguay y por ende la falsa sensación de superioridad que esgrime sin saberlo el progresismo, es un fenómeno esencialmente de la década del 90 cuando la Argentina era una potencia regional. Si bien hoy en día existen movimientos de flujo migratorios hacia economías más grandes desde economías más pequeñas, es importantísimo comprender que las aguas han cambiado.
En Misiones ya no saben qué hacer para que la gente no se vaya a Paraguay. De hecho es inmenso el flujo migratorio desde Argentina hacia Paraguay, tanto de argentinos como de paraguayos que vuelven. Quienes tienen empresas constructoras dan cuenta de la enorme migración de albañiles que dejan argentina para instalarse en Paraguay.
El boom de la construcción en Paraguay está en gran parte fondeado por capitales argentinos, que encuentran en Paraguay un país que viene haciendo todo bien en materia económica desde hace años, y que deja en ridículo a la Argentina una y otra vez.
Y aquí ya tenemos una pista de cómo es que fluyen las corrientes migratorias. Lo primero que emigra es el capital, y lo segundo son los recursos humanos. Dicho de otra forma, los países que pierden capitales, pierden luego recursos humanos.
El capital está escapando de Argentina a toda velocidad y las familias profesionales que emigran como pocas veces se ha visto, son una parte fundamental de ese capital. Al emigrar la clase productiva, que es la que da trabajo, termina dando trabajo en otras nuevas jurisdicciones. Esto fortalece a dichas economías y por lo tanto atrae nuevas olas de inmigrantes.
Creer que la migración de una clase profesional es un hecho aislado o un privilegio de clase, es una incomprensión total del fenómeno. Los capitales van primero, y los recursos humanos van después. Le pese al que le pese, es exactamente lo mismo que sucedió en Venezuela.
Y es curioso que la persona que se refiere a Bolivia y Paraguay no se refiera a Venezuela. Porque la última gran migración en Argentina fue la venezolana, la que al progresismo no le gusta porque deja en evidencia el invicto de fracasos socialistas de los países que tanto admiran. Y por cierto, esos mismos inmigrantes ya están emigrando nuevamente.
A raíz de esto es que aparece el segundo tweet. Aquí se propone un sistema de líneas rojas o puntos de no retorno. Cuál es el límite en el que decidimos que ya no hay alternativa que irse. Bueno, les comento que el sistema de red lines propuesto lamentablemente no funciona. El proceso migratorio lleva tiempo, a veces meses o años, con lo cual abrirse las puertas necesarias para emigrar, y emigrar no físicamente, debe suceder muchísimo antes de emigrar físicamente.
Emigrar físicamente es el último paso de una migración exitosa, no el primero. Si uno considera que existe la posibilidad de emigrar, entonces antes de emigrar su persona debe emigrar sus fuentes de ingreso, su capital, sus inversiones. Debe adquirir un tercer idioma, debe adquirir los skills necesarios para llevar a cabo el plan. Debe adquirir asesoría profesional respecto de optimización económica y fiscal de todo el movimiento, y debe procurar obtener los permisos de residencia necesarios para establecerse en la jursidicción que más le convenga.
Creer que por tener un pasaporte europeo se puede esperar a que se crucen las red lines y luego irse, es un tremendo error.
Por otro lado, el sistema de red lines tiene un error más grave. Uno debe establecer cuales son los puntos de no retorno, pero de ninguna manera debe esperar a que se crucen. El momento de emigrar, no es luego de cruzados, sino luego de reflexionar y concluir objetivamente que esas líneas pueden ser cruzadas. Si uno sabe que sí, entonces no hay nada que esperar.
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