En Argentina, hay un fenómeno peculiar que surge cada vez que las elecciones están a la vuelta de la esquina: muchos adoptan la estrategia de "hacer la plancha": quedarse inmóvil, esperando a que las circunstancias cambien o se definan por sí solas. Pero, ¿realmente es esta la mejor estrategia?
Hagamos un ejercicio mental: Imaginemos qué puede llegar a pasar. Puede ganar un gobierno que te joda menos, o puede ganar un gobierno que te joda más. Lo que no puede pasar bajo ningún concepto es que gane un gobierno que justifique que delegues en ellos la protección de tus activos, tus emprendimientos y tu capacidad de ganar plata.
La historia argentina ha demostrado que, independientemente del partido o la ideología, no existe escenario posible que justifique delegar completamente en el gobierno la soberanía y seguridad de nuestros negocios, especialmente internacionales.
Ahora bien, es cierto que algunos gobiernos pueden ser más benevolentes que otros. Algunos pueden ofrecer condiciones más favorables para los negocios y otros, no tanto.
Si nos toca uno de estos, fantástico: Podés hacer y desahacer en el exterior sin sentir que te persiguen y te ponen el aparato de propaganda estatal a decir que sos el enemigo. Pero no hacerlo? Vos estás loco?
Te podrás estructurar en un ambiente amigable, con políticas que favorezcan tu emprendimiento, o podrás hacerlo en un contexto más complicado. Lo que es innegable es que no podés no hacer nada.
Ahora ponele que gana otro, uno que va a ser tu enemigo. Qué estás haciendo entonces que no te preparás para que ellos no puedan tener ningún tipo de injerencia en tus cuestiones empresariales y patrimoniales?
Dejar que el viento electoral determine las decisiones empresariales es como delegar el rumbo de tu barco a la corriente del río Iguazú: todo muy lindo hastá que te la ponés directo en la garganta del diablo
Pase lo que pase la conclusión siempre es la misma: Avivate, estructurate, crea las empresas que necesitás, abrí las cuentas. Las puertas que están abiertas hoy pueden no estarlo mañana. TE HACES DAÑO mirando el techo creyendo que es momento de esperar. Es momento de actuar y sacarle ventaja al que espera.
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