
Cada tanto renace la idea de que los freelancers o trabajadores de IT estarían mejor con algún tipo de sindicato o unión. Esto no ocurre únicamente en Argentina, sino que ideas de este tipo circulan por todo el mundo.
Naturalmente, la idea es una locura y les voy a contar por qué.
Los exportadores de servicios
Respecto del trabajo freelance y, particularmente en tecnología, existen básicamente dos clases de trabajador: el que trabaja localmente y el que exporta.
Dentro de estas categorías, vamos a encontrar de manera cada vez más frecuente que ambos exportan, solo que uno lo hace directamente y el otro indirectamente, ya que los que terminan exportando su trabajo son sus jefes.
Desde la idea sindical, se difunde el concepto de que quienes exportan están realizando una competencia desleal contra las empresas locales, ya que cobran salarios que los locales no pueden afrontar, y entonces se les hace inviable la operación.
Lejos de llamarse competencia desleal, esto se llama ley de oferta y demanda. Cada trabajo tiene el precio que corresponde de acuerdo con cuánto es demandado y, por lo tanto, decir que “no pueden competir”, en realidad significa que “no pueden seguir pagando precio vil”. Si este es el caso, deberían dejar de existir.
También todo esto ocurre conforme al mito de que los extranjeros vienen a buscar mano de obra argentina porque es buena, cuando la realidad es que lo hacen porque es barata, o en todo caso buena y barata.
Para que esto suceda, el mercado demanda recursos que no sepan inglés, de manera que estén muy limitados para exportar. Pero esa misma demanda es la que termina por subir los precios, aún de los que no hablan inglés.
Aquí es donde el concepto de sindicato va a terminar por destruir la industria local. Cualquier tipo de fricción o encarecimiento de los recursos los va a transformar en indeseables para el resto del mundo.
La realidad de los sindicatos
El sindicato por definición es un grupo de presión, y únicamente puede ejercer presión cuando el Estado le otorga algún tipo de beneficio monopólico.
Ningún grupo de presión local puede ejercer presión sobre clientes internacionales que simplemente buscarán en otro lado para contratar.
El sindicalista tiende a creer que no podrán hacerlo, porque Argentina tiene la UBA, la educación pública y la mar en coche.
El mercado siempre estampa contra la pared a los arrogantes.
Imponer fricciones solo te aleja del objetivo de que los trabajadores remotos tengan mejores condiciones laborales. Los transforma en parias inempleables a los ojos del mundo.
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